
¡Por los que viven en remotas playas,
por los que lloran en lejanas tierras,
por todos cuantos sienten la nostalgia,
el alma triste reza!
Por los que cruzan los senderos, solos,
por los que van por escabrosas sendas,
por aquellos que sufren… ¡Padre Nuestro,
ten piedad del que sueña!
Mira con tu bondad al afligido
ser que llora una ausencia,
pon en él, Padre Nuestro, la esperanza,
¡pon en él la terneza!
¡Oye sus oraciones, que son santas
porque están de fe llenas!
¡Dile que volverán los que se han ido
cuando el sol amanezca!
¡No le dejes a solas con su angustia
llorando aquella ausencia!
Ten piedad, Padre Nuestro, de las almas
que aman, creen y esperan…!
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Por los que viven en remotas playas…
por los que cruzan las ignotas sendas…
por la Paz de los hombres… ¡Padre Nuestro,
ten piedad del que ensueña!
[Texto retirado del libro “Simbología Arcaica”, de Mario Roso de Luna]